
ÍTACA
Cuando hacia Ítaca emprendas el viaje
pide que el camino sea largo
y rico en aventura y experiencia.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al airado Poseidón temerás nunca.
Jamás se cruzarán en tu camino
si alto es tu pensamiento y sin bajeza
la emoción de tu cuerpo y de tu espíritu.
Jamás encontrarás a lestrigones
ni cíclopes ni al airado
Poseidón si en tu pecho no los llevas
y no es él quien los alza ante tu paso.
Pide que tu camino sea largo:
que muchas veces tengas la alegría,
la delicia de entrar en las mañanas
del largo estío en puertos nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia,
compra objetos hermosos:
madréporas, corales, ámbar, ébano,
voluptuosos perfumes (de éstos lleva
cuantos puedas contigo). Vete a Egipto,
visita allí muchas ciudades,
con avidez aprende de los sabios.
Que Ítaca siempre en ti presente sea
porque llegar allí es tu destino,
mas no por eso acortes tu viaje.
Pues mejor es que dure largos años
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Un hermoso viaje te dio Ítaca.
Sin ella no emprendieras la jornada.
Pero otra cosa más no puede darte.
Aunque pobre la encuentres no hay engaño.
Rico en saber y en vida has comprendido
lo que tales Ítacas significan.
Constantinos Cavafis
(traducción del griego: José Ángel Valente)

Para ver cómo vence Ulises al cíclope Polifemo, pincha aquí: vídeo 1 y vídeo 2.
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